I. Libro del profeta Nehemías.
Introducción al libro de
Nehemías.
Para
este tiempo, después del cautiverio de Babilonia, seguía teniendo importancia
para el pueblo judío, la ciudad de Jerusalén y el templo construido por
Salomón, destruido por los babilónicos. En la actualidad para la Iglesia de
Jesucristo debido a la diversidad de proliferación de movimientos, constituidos
en pro de expandir y llevar las buenas nuevas a toda criatura, cobra
importancia son las transformaciones de las vidas. Es menor la importancia de
la construcción de un templo, que es visto como el local para reunirse el
pueblo de Dios.
Nehemías
llevó a cabo las reconstrucciones de los muros de la ciudad y
las puertas, después de que, en manos de Esdras y Zorobabel, estuvo a
cargo de la construcción del templo y la ciudad de
Jerusalén.
De
mucha importancia para Nehemías, también fue llevar a cabo la transformación
del pueblo, de volver a Dios, que para ese momento seguían sin cumplir los
mandamientos y las leyes de los mandamientos de Dios.
Nehemías,
significa: “Consuelo de Jehová”, era descendiente de la tribu de Judá.
Nehemías
vino a concluir los propósitos de Dios, después del cautiverio babilónico, del
pueblo de Israel y Judá según lo habían profetizado los
profetas Jeremías e Isaías. A pesar de que sucedieron diversos obstáculos para
edificar totalmente la ciudad y su templo, se pudo lograr gracias a que Dios
siempre cumple sus promesas, a pesar del pueblo.
Nehemías
formó parte, en el cumplimiento de sus propósitos con Israel, de
volverlos a su tierra, después de haberles castigado con el cautiverio, como
fue dicho en su ley, recordada en Deuteronomio capítulo 30. Siendo esta la
misma promesa, en la cual se aferró Nehemías en su oración, para reclamarle a
Dios, sus propósitos con su pueblo.
Es
este el ejemplo, de líder como Nehemías, que debemos seguir para que Dios
cumpla en nosotros sus propósitos, ahora con mayores promesas en Cristo Jesús.
Dios hoy no nos mandó a construirle un
templo, como nunca lo había indicado. Dios quiere
construir nuevas vidas. Porque él quiere formar en
cada persona, el carácter de su Hijo Jesús. Y este es el compromiso que tenemos
con Cristo, enseñarles a sus creyentes todas las cosas que él mandó.
Los
discípulos de Jesús cumplieron el mandato de ir a predicar el evangelio, porque
el evangelista Marcos, indica que
salieron y predicaron en todas partes y el Señor les ayudaba y confirmaba con
señales la palabra. Mac 16:20. Pero el mandato no se queda solo en ir y
predicar el evangelio, porque luego dice: enseñándoles que guarden todas las
cosas que les he mandado. Hay que enseñar según la orden en Mateo 28:20.
Por
otra parte, otros sostienen que hay que salir investidos de poder de lo alto,
es decir; con el Bautismo del Espíritu Santo como lo indicó el Señor en lo que refiere Lucas 24:49. Y luego dice que
estaban siempre en el templo alabando y bendiciendo a Dios. En el libro de los
Hechos vemos que Dios cumplió su promesa y fueron investidos de poder desde lo
alto, precisamente estaban en el templo de Jerusalén, construido por los
romanos.
Pero
si era preciso un templo específico, por la razón
de ellos ver que en ese lugar estaba la presencia de
Dios. Luego este templo fue destruido como profetizó Jesús, cumpliéndose en el año 70 después de Cristo. Con
esta destrucción Dios hizo posible que entendiera que un lugar no tiene la
importancia en la adoración a Dios, sino la actitud que asumes ante él en
cualquier lugar donde estés.
Sin
embargo, las ruinas del templo en Jerusalén actualmente, centro de eventos y
adoración en el mundo, un lugar turístico, llamado el muro de los lamentos,
significan la desobediencia del pueblo a sus leyes.
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